VIVIR SIN RENCOR
¿De quién habla el rencor?
Unas personas muy especiales para mí me enseñan cada día, desde su mirada sincera, natural y llena de amor, que el camino más corto para ser feliz es vivir sin rencor.
Su amor es el antídoto al reconor y el perdón su herramienta más útil, ya que deja al lado juicios y prejucios, que tanto nos dañan y limitan.
¿Cuáles son entonces las claves para vivir sin rencor?
- Ser consciente que el rencor es un sentimiento que nace de una interpretación que hacemos del otro. Cuando aceptamos que cada persona es un ser humano diferente, con su propia historia y carga emocional, nos resultará más sencillo darnos cuenta de que lo que dice y hace habla de él/ella, no de a quien se refiere.
- Tomar la decisión de perdonar. El perdón libera al que perdona o pide perdón, independientemente de si la otra persona lo acepta o no. Implica romper el hilo que nos une a la persona que nos tiene secuetrada emocionalmente. Perdonar es darse poder a uno mismo, es soltar lastre y dar espacio a energía positiva.
A veces lo que nos mantiene en el rencor es no ser consciente que a quien más necesitamos perdonar es a uno mismo. El rencor nos lleva al resentimiento. Este estado emocional afecta a nuestra conducta. Nos hace estar más irritables y sensibles. Por ello os invito a preguntaros lo siguiente:
¿Qué necesito perdoname? ¿Para qué no me perdono? ¿A qué espero para perdonarme? ¿Qué voy a ganar? ¿Y mi entorno?
Perdonar conecta con nuestra fuerza interior. Solo ofende el que puede, no el que quiere.
¿Qué nos impide entonces vivir sin rencor?
A veces resulta más sencillo mantenerse en modo queja y víctima, que asumir la responsabilidad del propio bienestar. De ahí que perdonar es un acto de valentía y amor hacia uno mismo. Nos hace salir de nuestra "zona de confort".
Para ayudarnos a practicar la habilidad del perdón, os invito a reflexionar sobre lo siguiente:
- ¿Qué no estoy viendo de la otra persona que me impide perdonarle? ¿Qué necesidad no tiene cubierta, que no sabe expresar o no es consciente de ello? A veces somos expertos en tapar nuestras emociones e inseguridades y mostramos a los demás nuestra peor versión. ¿Para qué entrar al trapo de la conducta del otro?
- Todos tenemos un niño dentro que cuando se siente ignorado, solo o incomprendido, grita. Este grito lo que dice en realidad es “¡Hazme caso! Te necesito.". ¿Qué va a cambiar si nos damos cuenta de esto? Quizás es un buen momento para hacer estas preguntas: "¿Qué necesitas de mí en este momento? ¿Cómo te puedo ayudar?"
No está en nuestras mano la respuesta del otro, ni asumir su parte de responsabilidad. Está en nuestras manos hacer preguntas que ayuden a generar una nueva perspectiva sobre una situación y por lo tanto abran la puerta a un resultado diferente.
La vida es muy corta para vivirla en el rencor. Liberémonos de cargas innecesarias, que nos impiden disfrutar del aquí y ahora.
¡Mucho éxito!