EDUCAR SÍ, ¿cómo?
¿Cómo voy a saber que estoy educando con éxito?
Desde mi punto de vista, lo que necesitamos para educar con éxito es parar y darnos el derecho a ser humanos (no perfectos), a no tener todas las respuestas aquí y ahora, a buscar espacios para descansar, desconectar y disfrutar, independientemente de los hijos, a pedir ayuda y decir BASTA, sin sentirnos culpables.
Si no nos sentimos bien, ¿cómo vamos a dar lo mejor de nosotros a las personas que nos importan?
Comparto algunas preguntas como invitación a reflexionar y actuar de forma diferente, si queremos resultados diferentes.
- ¿Qué depende de mí en la relación con mi hijo? ¿Qué no depende de mí?
- ¿Dónde estoy poniendo el foco cuando me comunico con mi hijo, en lo que nos une o nos desune?
- ¿Qué ejemplo estoy siendo ahora mismo para mi hijo? ¿Qué ejemplo quiero ser? ¿Qué necesito cambiar para conseguirlo?
- ¿Cómo voy a saber qué siente mi hijo, qué necesita de mí, cómo le puedo ayudar, si no le pregunto?
- ¿Cómo sé que mi hijo sabe qué siento, qué necesito, a qué acuerdos estoy dispuesta a llegar y qué normas son innegociables, si no lo verbalizo?
- ¿Qué consecuencias tiene en mi día a día querer tener la razón en todo momento? ¿Qué va a ser diferente si en vez de querer tener la razón, pongo el foco en cuidar la relación? ¿Qué habilidad me va a ayudar a conseguirlo?
En mi opinión, la habilidad más importante para generar una convivencia sana y saludable es la escucha. Cuando escuchamos con empatía, nos ponemos en el lugar del otro, sin juzgarle, aceptando que es una persona diferente a nosotros, con sentimientos, necesidades y pensamientos propios. Además generamos un espacio de confianza que favorece la convivencia.
Escuchar nos ayuda a establecer los valores que queremos sustenten la convivencia en el hogar. No demos por hecho estos valores. Busquemos un momento para consensuar qué valores son importantes y pongámoslos en un lugar visible. Esto nos ayudará a actuar en consecuencia. Y si no es así, seamos amables con el otro y con nosotros mismos.
Cada segundo empieza una nueva oportunidad. No somos perfectos, somos humanos.
A continuación, comparto 16 claves que considero ayudan a tener éxito en el arte de educar:
- Acepta a tu hijo como es, háblale como quieres que sea. Respetar al otro como legítimo otro, aporta paz y favorece la escucha. Te sorprenderá descubrir cuánto puedes aprender de tu hijo.
- Garantiza que el tiempo que dedicas a tu hijo es de calidad. Si estás con él, ¿qué hay más importante en ese momento? ¿Para qué permites que tu mente te lleve a otro lugar que no es el presente?
- Predica con el ejemplo y ten visión. Si gritas, gritará. Si escuchas, escuchará. Si eliges momento, lugar y tono adecuado para comunicarte, aprenderá a hacer lo mismo. Si pones el foco en los problemas y no en las soluciones, te copiará. Entonces, ¿para qué esperas recibir lo que no das? Recuerda que "recogemos lo que sembramos". Quizás no recogemos en el momento que queremos, pero con paciencia, constancia y determinación veremos en nuestros hijos, a medio y largo plazo, las actitudes que deseamos.
- Da reconocimiento basado en hechos. Evita que los logros pasen desapercibidos. El reconocimiento conecta con el orgullo, una emoción que nos ayuda a ganar confianza, autoestima y motivación. Por cierto, ¿cuánto reconocimiento te das a ti mismo cada día? ¿Qué vas a ganar si te reconoces lo que si haces cada día en vez de lo que no has podido hacer?
- Ríete con tu hijo. ¿Cuándo es la última vez que lo hiciste? ¿Qué te hace reir? ¿Y a tu hijo? ¿Es cuestión de tiempo o de darle prioridad y buscar espacios para disfrutar juntos?
- Genera conversaciones constructivas, muestra interés sincero en el otro. Sé curioso sin ser “inquisitivo”. Utiliza preguntas abiertas. Más “Para qué”, menos “Por qué”. Así evitarás las justificaciones, los "esquerosos". Pondrás el foco en el beneficio, el aprendizaje y la motivación.
- No des por hecho que conoce las normas de la casa. Poner limites y mostrar firmeza, no agresividad, es fundamental para que tu hijo crezca sintiéndose querido. Le proporciona un espacio seguro y confiable. Puede que sienta que le quitas libertad, aunque inconscientemente el mensaje que recibe es: "Me importas. Aquí estás seguro y protegido".
- Practica el autocontrol. No elegimos la emoción, si la acción. ¿Para qué entras al trapo? PARA antes de que sea demasiado complicado encauzar la situación.
- Alcanza acuerdos GANAR-GANAR. Expresa tus sentimientos y necesidades. Hacerlo no te hace débil, te hace humano. Además así tu hijo sabrá cómo te sientes y qué necesitas. Los hijos no son adivinos. Al mismo tiempo, pregúntale cómo se siente y qué necesita de ti para buscar juntos acuerdos positivos que favorezcan la relación.
- Pide ayuda. No esperes a que te ayude. Pedir es un acto de generosidad, porque das espacio al otro para que te de. El mensaje que le llega es "Eres importante para mí. Confío en ti". ¿Cómo te hace sentir tu hijo cuando te pide ayuda?
- Sé agradecido tanto si ha sido como esperabas como si no. Todo forma parte de tu crecimiento personal.
- Perdona y perdónate cuando sientas que te has equivocado. Tienes derecho a equivocarte. Los errores son nuestros maestros, los que nos ayudan a aprender y crecer. ¿De quién depende verlo así?
- Expresa tu amor sin esperar que responda como tú lo harías. Cada persona tiene su propio lenguaje del amor y sus tiempos a la hora de decir "Te amo". ¿Para qué no expresar lo que sientes si es lo que quieres hacer? ¿Qué vas a ganar si lo haces, independientemente de tu hijo?
- Respeta el tiempo y el ritmo de aprendizaje de tu hijo. No es el mismo que el tuyo. Aceptar esto te ahorrará tiempo y disgustos.
- Establece de forma conjunta objetivos. Estos deben ser realistas, alcanzables, medibles, en un tiempo limitado, apetecibles y retadores. Hacer esto ayuda a que el cuerpo segregue dopamina, un neurotransmisor que potencia la motivación, el reconocimiento y ayuda a repetir conductas que proporcionan satisfacción, confianza y determinación.
- Cuídate. Busca tus espacios de disfrute, desconexión y descanso. Si no lo haces tú, ¿quién? ¿Cómo quieres que las personas que te importan estén bien, si tú estás mal? Complacerte de vez en cuando, no te hace egosita, te hace responsable de tu propio bienestar. Además darás ejemplo a tu hijo para que haga lo mismo cuando sea adulto.
Si quieres saber cómo integrar y aplicar estas habilidades, anímate a participar en nuestro programa PADRES8.5.
¡Mucho éxito!
Por María del Mar Hidalgo de Cisneros